La intervención de la Superintendencia de Banca (SBS) a Caja Sullana abre una gama de preguntas urgentes sobre la resiliencia y la gestión del sector microfinanciero peruano. En un entorno de recurrentes desafíos económicos y climáticos cada vez más impredecibles, el caso de Caja Sullana puede resultar aleccionador respecto a las consecuencias de una mala gestión y gobernanza ineficaz. Mientras la SBS lucha por mantener la estabilidad del sistema y proteger a los ahorristas, este caso brinda una oportunidad única para examinar las políticas y prácticas que llevaron a la intervención y extraer lecciones valiosas que podrían evitar futuras crisis en otras instituciones microfinancieras. ¿Qué estuvo mal en Caja Sullana y cómo pueden otras entidades evitar su destino? Acompáñame en este análisis de uno de los colapsos financieros más significativos de la última década en el Perú.
Causas Internas y Externas de la Debacle
Se trata de un caso de estudio típico de una mala gestión de negocios, deficiencias en la gestión del riesgo crediticio y ausencia de un buen sistema de control interno, en un entorno retador. Una gestión que dependía demasiado de un solo gerente que a lo largo de tres décadas monopolizó el poder de decisiones, sin un verdadero contrapeso en un directorio conformado, al menos minoritariamente, por directores independientes de muy alta calificación profesional.
Cuando una entidad financiera entra en insolvencia, es muy fácil echarle la culpa al entorno. Tras seis años de continua vigilancia de la SBS, Caja Sullana fue intervenida, dado el acelerado deterioro de su calidad de cartera y su solvencia. Si bien Caja Sullana fue afectada por adversidades climáticas, esa mala gestión debilitó tremendamente su capacidad de resiliencia, a diferencia de otras cajas norteñas que también soportaron las inclemencias de los mismos fenómenos climáticos, pero que han podido mantenerse solventes, como Caja Piura y Caja Trujillo.
En general, la economía peruana en su conjunto y todas las entidades financieras del país fueron afectadas por El Niño Costero (2017), las sequías (2016, 2019, 2020, 2022), heladas y friajes (2018, 2021, 2022), el Ciclón Yaku (2023). En 2020 la economía peruana se contrajo 11.1% por efecto de la pandemia, su mayor caída en 30 años y la más profunda ese año a nivel mundial, debido a las pésimas políticas anti Covid y de mitigación económica1. Sin embargo, en el futuro se seguirán presentando este tipo de fenómenos y no por ello tendían que entrar en insolvencia las Cajas Municipales y demás microfinancieras.
Evidencias de Mala Gestión
La mala gestión crediticia de Caja Sullana comienza a hacerse evidente desde 2017, al subir su morosidad de 5.5% a 6.5%, dando un salto en 2018 a 15.4%, alcanzando un pico de 17.4% en 2019, en un contexto en el que las cajas municipales en su conjunto no llegaban al 7% de morosidad. A mayo de 2024 la morosidad de Caja Sullana llegó a 20.7%; todo un récord en el sistema financiero.
El siguiente gráfico revela una disminución continua del ratio de capital global de Caja Sullana desde 2019, tendencia que contrasta con la de las Cajas Municipales en conjunto, que aunque también muestra fluctuaciones, se mantiene más estable y por encima del 14%.
En 2020 la descapitalización de Caja Sullana comienza a hacerse muy notaria, coincidiendo con la pandemia, cuyos efectos fueron mejor asimilados por las cajas municipales en conjunto. La caída del ratio de capital global a 8.5% en 2021, por debajo del 10%, era ya un aviso adelantado alarmante de mal manejo, ya que sugiere una incapacidad de la Caja Sullana para mantener un capital mínimo frente a sus activos ponderados por riesgo, aumentando así su vulnerabilidad a pérdidas y crisis de liquidez. El índice de capital global también se redujo de 14.93% en 2022, a 11.50% en 2023 y a 10.4% a mayo de este año.
Intento de Salvataje Fallido
En 2022 CMAC Sullana, junto a Caja Santa y Caja Tacna, se acogieron al Programa de Fortalecimiento Patrimonial para microfinancieras. Caja Sullana accedió así a recursos por S/ 202.4 millones, que fueron insuficientes para estabilizar su situación financiera.
Al 31 de mayo de 2024 el patrimonio efectivo de CMAC Sullana se redujo a S/ 173.6 millones, achicándose éste en 54.55% en los últimos 12 meses, entrando en causal para que la SBS le aplicara un régimen de intervención, siendo la única caja municipal que ha sido intervenida por la SBS en la última década. Sin embargo, Caja Rural Raíz pasó por lo mismo en agosto de 2023, mientras que a la Edpyme Acceso Crediticio se le revocó la autorización de funcionamiento en septiembre de dicho año.
Lecciones Aprendidas
Una lección importante es que las entidades microfinancieras requieren mejorar su gobernanza, introduciendo la figura de directores independientes, no sólo respecto a sus accionistas (municipalidades u otros), sino también respecto a COFIDE, el MEF y cualquier otra autoridad nacional o local, dada su alta politización y orientación cortoplacista de sus políticas.
Otra lección es que las microfinancieras deben instituir un régimen de buen gobierno corporativo que contemple la autoevaluación de directores, la sucesión planificada de gerentes, etc. También queda claro que mientras más pequeñas son las microfinancieras, tienen menores ventajas de escala para competir, en un mercado cada vez más competitivo, en el que también se compite con bancos que cuentan con ventajas de diversidad de servicios.
A nivel gubernamental, es importante que en situaciones de emergencia, las políticas de ayuda fiscal sean estratégicas y sostenibles, con impacto positivo a largo plazo, evitando el riesgo de corrupción, desperdicio de recursos, favorecimiento de “free riders”, distrayendo los recursos del estado en “ayudar” a quienes no lo necesitan o menos merecen ayuda.
La SBS observó la existencia de discrepancias significativas en la clasificación de deudores minoristas con sucesivas refinanciaciones y atrasos en sus pagos, así como en la clasificación y constitución de provisiones por controversias, dando lugar a un déficit de provisiones asociado al deudor no minorista y en cuentas por cobrar por cartera hipotecaria transferida.
A todas luces, el deterioro crediticio y de la solvencia de Caja Sullana no se produjo de un momento a otro. Se fue gestando en muchos años.
La elevada morosidad sugiere problemas subyacentes en la gestión del riesgo crediticio y las decisiones de negocios. La capacidad de la Caja Sullana para evaluar adecuadamente la solvencia de sus prestatarios parecía ser incipiente o sino las decisiones crediticias hacían caso omiso a las evaluaciones, lo que redundó en una mayor proporción de préstamos incobrables.
La intervención de la SBS era inevitable para proteger los intereses de los depositantes y mantener la estabilidad del sistema financiero. La separación del patrimonio bueno del malo y su transferencia posterior a Caja Piura, ha sido una medida acertada, aunque ahora esta caja necesitará fortalecer su dirección estratégica con el nombramiento de directores independientes expertos. Más vale prevenir que lamentar.
[1] El programa “Reactiva Perú” transfirió S/ 60,000 millones (8% del PBI de 2019), siendo el 51% destinado a empresas grandes (equivalente al 64% de sus ventas), muchas de las cuales tenían suficiente capacidad de endeudamiento y garantías disponibles. Apenas el 18% de los recursos del programa se destinaron a micro y pequeñas empresas (equivalente al 14% de sus ventas). Véase mi artículo “Reconversión Inclusiva versus Reactivación” publicado el 27 de julio de 2020 (https://alertaeconomica.com/reconversion-inclusiva-versus-reactivacion/ ). Además, Reactiva Perú fue diseñado de manera que los bancos pudieran “mataran” deudas de empresas morosas, quitándole espacio a una verdadera “reactivación económica” de empresas con mayor potencial de negocios.